Por azar llegue al cumpleaños de un francés en México. Fue un evento de personas de intercambio. Fuerte, vivaz, divertido, sin etiquetas. Esto último tal vez no sucedería en una fiesta con personas de la misma nacionalidad. Es más, ¿en situaciones normales algunos de ellos se habrían reunido? Creo que no.
Descubrí que las mañanitas no son tan festivas como lo que cantaron en francés, en sueco e incluso en alemán (las de portugués aunque son parecidas son más movidas). Las canciones para beber en francés y en sueco son tan festivas, lastima no estaba en condiciones de aprendérmelas....
En ese ambiente me sentí ajeno, ¿será la brecha generacional, mi terquedad, no poderme comunicar por el idioma? Tal vez se deba a mi no tan subconsciente actitud de volverme un observador. Estaba emocionado por que iría una niña –hace tanto que no me emocionaba por algo así– aunque sabia que iba a ir con otra persona (con la que se besuqueo). Como beber es una actividad común en eso no tuve ningún problema. Claro que la felicidad es un sentimiento universal, es un concepto inconfundible.
2 comentarios:
… no mamm… cual brecha generacional…
Jajaja, que mala onda lo de la chica aquella, ni modo… Saludos!!!
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