Un par de días fue suficiente para que despierte y sienta su ausencia al despertar. Para que invocar su olor, su espacio, su sonrisa, su cabello y su voz sea un proceso tan natural como cerrar los ojos.
También para enojarme con ella porque el convenio fue dedicarnos ese par de días. Para entristecer porque quien yo soy no es el tipo que ella imaginó que soy y eso socava la idea de un nosotros. Para sufrir por los muchos kilómetros y planes divergentes que nos separan.
Y sin embargo...
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