sábado, julio 15, 2006

Bailar...

Dentro de este antro creó que es la realización de un deseo horizontal. Al principio parecía una noche tipo barcillo: plática y bebidas. Pero al transcurrir la noche el lugar se empezó a llenar primero de hombres y después de mujeres. Llegaban tantos y en grupo que parecía una pinta masiva de escuela de mujeres. Ya con el lugar lleno, subió el volumen de la música, hubo show en la barra y se regalaron algunos “jarabes para la tos”.

Veo a algunas parejas que bailan, yo sería más intrusivo. Algunas chicas bailan con otras chicas, de ellas un par no lo hace para pasar el tiempo. Algunos chicos beben, otros buscan chica, incluso hay quien trata de ligarse a las meseras (sólo son un par pero están lindas). El ruido sube. Es un alivio no escuchar música de banda o de mariachi (como en el bar del viernes). Es un asunto bailable, da la oportunidad de acercarse, de identificarse, de divertirse…

Imagino invitar a alguna a mi casa pero el no poder llevarlas en auto propio me inhibe, sin olvidar que mis padres regresaran en la mañana… Me gustaría quedarme un rato más pero ya no se puede. El amigo con el que fui instaló en la mesa a un par de conocidos. Nada contra ellos pero mosquean, beben subsidiado y ni siquiera dejan que mi amiga disfrute de su novio (mis amigos son novios). Una pequeña maniobra para salir de ahí. Unos tacos y a casita… muchas horas de sueño después me pregunto que tan libre soy.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Vaya, que cosas… Me doy cuenta de que definitivamente no me podría considerar en un rango “normal” si tomamos en cuenta lo que hacen otras personas de mi edad.
¿Por que? Lo diré de forma sencilla: nunca he ido a un antro y (lo diré igualmente) no pienso hacerlo. No me atrae ni me agrada el ruido, por eso puedo decir que los demás me ven como alguien “raro”.