lunes, mayo 02, 2005

Santa semana…

Esta semana santa, como todas las semanas santas, regrese a casa de mis padres. Como siempre mi madre se dedico a encontrarme tareas y trabajitos que evitaron que durmiera todo lo que deseaba o que hiciese lo que quería, por lo tanto como siempre resultaron ser mis vacaciones más agotadoras.

Una sorpresa, están remodelando la casa del pueblo. Así ahora la casa tiene los colores clásicos de una “casa rustica” (colores más o menos chillones). No tiene sala y mi cuarto aún tiene sus cinco colores pero pronto cambiaran. Una vez más mi madre intento remediar meses de abandono con unos días de mucho cuidado. Lo mismo intento con sus hijos solo que su concepto de acercarse no tiene mucho que ver con crear una cercanía. A menos, claro, que piensen que el que todos nos ocupemos de lo mismo fomente un lazo emotivo duradero.

Como siempre termine durmiendo en el piso –sólo que esta vez lo hice en un nuevo sleeping- y mi cuarto fue invadido por una de mis abuelas y compañía –esta vez sólo una prima- con lo que la radio termina sintonizada en una estación guapachosa, mis juguetes todos regados, y la cama tiene un olor diferente. Así mi cuarto deja de ser mi cuarto y me desarraigan. Pero en un futuro no muy lejano mi hogar dejara de serlo y se convertirá en una nueva casa. ¿Qué haré sin hogar?

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